
Ciberseguridad gobernada, negocio protegido
Lo que no se mide no se gestiona, y lo que no se gestiona se desordena
No basta con tener objetivos y planes: hay que darles seguimiento sistemático.
Muchas PyMEs fracasan no porque no tengan ideas, sino porque no las ejecutan bien o se pierden en el camino.
El control estratégico te permite ver:
Si estás avanzando o estancado
Dónde hay que ajustar
Qué personas o áreas están rindiendo
Qué actividades generan resultados reales
Permite mirar el negocio desde 4 perspectivas clave:
Finanzas (rentabilidad, ingresos, costos)
Clientes (satisfacción, retención, crecimiento)
Procesos internos (eficiencia, calidad)
Aprendizaje y personas (capacitación, clima, innovación)
Se definen metas e indicadores en cada área. Así se equilibra la visión del negocio.
Ideal para pequeñas empresas que quieren agilidad y enfoque.
Objetivos: qué quieres lograr (claro, ambicioso, medible).
Resultados clave: cómo sabrás si lo lograste (números concretos).
Ejemplo:
Objetivo: Aumentar presencia digital.
KR1: Pasar de 1.000 a 5.000 seguidores en redes.
KR2: Aumentar visitas web en 50%.
KR3: Generar 100 leads mensuales.
Define entre 3 y 5 objetivos clave al trimestre
Mide avances cada 2 semanas o una vez al mes
Ajusta lo que no funcione: el plan no es un contrato
Involucra al equipo en las metas, no solo a los jefes
Una empresa de servicios adoptó OKRs trimestrales para su equipo comercial.
Los resultados clave se revisaban cada dos semanas en una reunión corta.
Después de 3 meses, mejoraron la conversión de ventas en un 30% sin aumentar presupuesto.
Medir avances de forma estructurada te da control sin rigidez. Herramientas como el BSC o los OKRs permiten ordenar el esfuerzo y enfocar al equipo hacia los resultados que realmente importan.
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